Las huellas de una formación literaria. Sergio Pitol y sus memorias


Repasamos algunos fragmentos de las memorias escritas de Sergio Pitol, quien llegó a escribirlas durante su juventud. Sin duda, es un gran testimonio de la formación de este escritor.

 

Por Omar Osorio Amoretti

@osorioamoretti

 

El 12 de abril de 2018 falleció el escritor mexicano Sergio Pitol (Puebla, 1933), quien entre otros reconocimientos obtuvo el Premio Cervantes en el año 2005 por su trayectoria narrativa, en la cual se destaca su famoso Tríptico “El carnaval”, compuesto por las novelas El desfile del amor, Domar a la divina garza y La vida conyugal.

Aunque Pitol tuvo una larga vida, no fue precisamente al final de esta cuando decidió plasmarla en el papel. Ya en 1967 había publicado una Autobiografía precoz, donde registraba tanto los aspectos fundamentales de su existencia (tales como sus inicios en la literatura) como su impresión personal de algunos personajes y países de América Latina visitados durante su juventud.

Es por eso que en Dilatar La Pupila  transcribimos algunos fragmentos de este texto, sin duda iluminador  tanto de la vida como de la poética que desarrolló este autor. Estos han sido tomados de Ediciones Era, una de las últimas en republicarlo. Las negritas presentes en el texto son nuestras.

Sergio Pitol, escritor mexicano. Dilatar la Pupila. Blogs de literatura

En la imagen, Sergio Pitol durante una estancia como lector en la Universidad de Bristol (1972)/ Phil Burkinshaw. Archivo Sergio Pitol.

 

La vida y la escritura. Su dedicación

“Vivir y escribir significan las mismas cosas, lo que de ninguna manera quiere decir que mi tiempo transcurra íntegramente frente a la máquina de escribir, o que cuando no escribo sienta como si no respirara”.

 

“Mi trabajo de creación me lleva apenas dos horas del día; el resto lo dedico a ganarme la vida, a rumiar mi existencia, a conocerme, a intensificar el diálogo conmigo mismo, con mis sombras y recuerdos, con los demás, experimentando”.

 

Su pasión por la literatura

“[E]n Córdoba [Veracruz] mi afición por la literatura se decidió y tomó forma. En aquel periodo comencé a leer de una manera desbocada. El Quijote, La guerra y la paz, que me multiplicó el mundo por cien, Shakespeare, La tormenta, de José Vasconcelos. En esa época era compañero de Antonio Cuesta, hijo de Jorge Cuesta, quien me permitió el acceso a la biblioteca que había sido de su padre. Allí leí a Alfonso Reyes, a los Contemporáneos, a Cocteau, a O’Neill (…).

 

Leía todo, pensaba dedicarme seriamente a una disciplina literaria. Pero para ello no veía otro recurso –ni siquiera sabía que existía en México la Facultad de Filosofía y Letras– sino ingresar a la de Derecho. (…) En córdoba los profesores de letras eran todos licenciados. Y recuerdo, precisamente, que la única asignatura en que fui reprobado en la preparatoria fue la de literatura universal. Aquello me ofendió sobremanera. ¡Reprobarme a mí, el único entre los cinco alumnos que seguíamos el curso, a mí que había leído a Shakespeare y a Cervantes y a O’Neill, Cocteau, Pirandello y Villaurrutia!

 

Visión de Cuba

“Al llegar a La Habana la aduana y los servicios del puerto ya habían cerrado. Contemplé de lejos la ciudad, fascinado ante el panorama prodigioso y permanecí un rato largo en la cubierta percibiendo cómo el crepúsculo la arropaba. La ciudad de México, comparada con La Habana, parecía un inmenso monasterio habitado por monjes trapenses, un desierto, un silencio tristón, una morigerada grisura; en cambio, en la otra intuía una borrasca, un edén, la apoteosis del cuerpo, un vértigo, la gloria total”.

 

Visión sobre Venezuela

En Venezuela regía Pérez Jiménez. Las calles estaban patrulladas. De cuando en cuando uno era detenido para mostrar los documentos de identidad. La gente tenía miedo. Todo el mundo hablaba de torturas, secuestros y deportaciones. Pero en Caracas, una carta de presentación de Alfonso Reyes para Mariano Picón Salas, uno de los más eminentes intelectuales de Venezuela, me abrió todas las puertas. Don Mariano me invitó un par de veces a comer en su casa, donde conocí a algunos escritores, historiadores y pintores importantes. Una de ellas, la poeta Ida Gramcko, me invitó a participar en las reuniones celebradas todos los sábados en su casa. Hice allí amistad con jóvenes que el tiempo transformó en grandes figuras de la literatura venezolana (…) los

Desfile en el Paseo de los Próceres, Caracas, durante la Semana de la Patria. Circa 1950. Foto, Archivo Fotografía Urbana.

sábados por la tarde no faltábamos a las reuniones de Ida Gramcko, a conversar con ella y también con Antonia Palacios, Oswaldo Trejo, Salvador Garmendia y con Picón Salas, que con frecuencia se asomaba por allí. Cuando me preguntaban si escribía, respondía afirmativamente; comenzaba, les decía, a escribir poesía, poesía dadaísta. Jamás he conocido una existencia de niño fresa como en Los Chorros. Mi actitud, mi simple presencia, eran antagónicas a los ritmos orgiásticos de La Habana.

 

Sobre el modo de creación

“Algunas personas me han señalado que mis cuentos son demasiados secos, librescos; textos derivados de otros libros. Reconozco como todo el que escribe las influencias estilísticas y aun las de concepción de mundos literarios. Indudablemente que la lectura de Faulkner me soltó la mano en mis primeras narraciones, que las de Carpentier me descubrió la posibilidad de lograr ciertos ritmos en la prosa y da de Beckett me ayudó a ordenar ciertas vivencias; pero no imaginé tramas que pudieran mecánicamente acoplarse a los modelos propuestos por Beckett, Faulkner, Carpentier ni ningún otro escritor. He tratado, desde mis primeros borradores en la época de Leyes, de crear un mundo personal. Mi método de trabajo no me permite casi la menor invención. Tengo que conocer a los personajes, haber hablado con ellos, para poder recrearlos. No puedo describir una casa en la que no haya estado, ni un objeto que no haya visto alguna vez. Todo se mezcla al escribir”.

 

 

+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

 

¿Conoces otras anécdotas de la vida de Sergio Pitol? ¡Escríbelas acá abajo! A nosotros y al resto de los lectores nos encantará conocerlas.

 

Si te gustó este contenido, sigue este canal y no te pierdas nuestras últimas publicaciones sobre literatura y arte. También estamos en Facebook y Twitter.

 

¡Hasta pronto!

Acerca de Omar Osorio Amoretti

Omar Osorio Amoretti. Caracas (1987) es profesor e investigador (USB | UCAB). Licenciado en Letras y maestría en Historia de Venezuela por la Universidad Católica Andrés Bello. Ha publicado: José Rafael Pocaterra y la escritura de la historia (Equinoccio, 2018).
Esta entrada fue publicada en Archivo histórico y etiquetada , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario